
Probablemente te ha pasado como a mí: hay días que me siento súper motivada, con las pilas recargadas y totalmente capaz de hacerlo que sea. Todo parece perfecto y posible, pero después algo cambia. Comienzo a dudar de mí, me lleno de miedo, nada funciona, pienso que algo está mal conmigo y me hundo… a veces muy profundo.
Por mucho tiempo creí que no había una explicación lógica para esto, hasta que aprender sobre mi síndrome de ovarios poliquísticos inevitablemente me llevó a conocer mejor mi ciclo menstrual. Entonces todo hizo sentido…
Soy cíclica.
En realidad, hombres y mujeres lo somos, pero nuestros cuerpos están diseñados para operar de manera totalmente diferente: ellos tienen un ciclo hormonal de 24 horas y nosotras uno de -más o menos- 28 días.
¿Y esto qué tiene que ver? Mucho. Es justo nuestra química hormonal la que nos hace tan cambiantes. No profundizaré mucho sobre eso ahora, solo te diré que hay 5 hormonas involucradas en el ciclo y que sus niveles varían durante todo el proceso, desencadenando distintas reacciones. Según la cantidad de cada hormona en determinado momento, se crea un ciclo de cuatro fases; sí, ¡cuatro! es decir, además de ovulación y menstruación, que son las que nos enseñan a identificar, tienes una fase preovulatoria y una premenstrual.
Cada fase tiene su propia magia y sus propios retos. Hay días que eres más creativa, otros más planeadora, evaluadora o terriblemente crítica. Dependiendo de la fase en la que estés, tus emociones, nivel de energía e intereses cambian.
Sustentabilidad ante todo: Un ciclo que nos mantiene sanas y fuertes.
La naturaleza es súper sabia y te ha dado un ciclo que te salva de colapsar, pues te ayuda a mantener un balance perfecto entre actividad y descanso.
En la primera mitad (fases preovulatoria y ovulatoria), la energía física alcanza su tope y tienes el impulso natural de salir y encontrarte con el mundo. Quieres hacer cosas nuevas, llenar la agenda con compromisos de todo tipo, etc.
Sin embargo, en la segunda mitad (fases premenstrual y menstruación), la energía física disminuye y tu cuerpo te pide bajar el ritmo. Es un momento de vulnerabilidad en el que regresas a tu interior para conectar más contigo.
Teniendo estas dos energías en mente es más fácil entender los cambios que puedes llegar a experimentar en cada una de las fases del ciclo. Aquí te lo cuento de manera general:
FASE PREOVULATORIA: El nuevo comienzo.
- Te sientes revitalizada, positiva, libre y motivada.
- Estás motivada de manera natural.
- Quieres intentar cosas nuevas.
- Tu energía física aumenta.
Es el momento perfecto para: planear nuevos proyectos, fijar metas e intenciones y conocer gente nueva.
El reto es: cuidarse de caer en los excesos, especialmente el exceso de energía.
FASE OVULATORIA: Hora de comerse al mundo.
- Te sientes con energía todo el tiempo.
- Tienes gran capacidad de comunicación, es fácil expresar lo que quieres.
- Te sientes más segura de ti.
- Tu energía sexual está al máximo.
- Eres más productiva, es tiempo de hacer que las cosas sucedan.
Es el momento perfecto para: presentar ideas, tener conversaciones importantes, negociar y conectar con otros.
El reto es: no saturar tu agenda y tu lista de cosas por hacer (o lo lamentarás más adelante).
FASE PREMENSTRUAL: El momento de honestidad brutal.
- Tu energía baja considerablemente.
- Tu sistema inmune es más vulnerable.
- ¿Qué tan bien te has cuidado últimamente? En esta etapa el cuerpo pasa la factura de todo lo que has descuidado.
- Tus emociones están a flor de piel y no es fácil reprimirlas.
- Eres súper crítica (contigo y con los demás) y menos tolerante; las cosas con las que no estás a gusto te molestan más ahora.
- Tienes más facilidad para decir NO.
Es el momento perfecto para: completar tareas inconclusas, evaluar prioridades y enfrentar situaciones desafiantes.
El reto es: manejar tu exceso de honestidad, pues puedes lastimar a alguien o, peor aún, a ti.
MENSTRUACIÓN: Tiempo de reset.
Todo termina y vuelve a empezar con la menstruación.
- Es un momento para renovarte y sanar.
- Tu energía baja y tu cuerpo te pide -a veces a gritos- que hagas un alto, o al menos que bajes un poco el ritmo.
- Sientes la necesidad de desconectarte un rato del mundo para entrar más en contacto contigo.
- Tus hormonas alcanzan sus niveles más bajos, haciendo que haya mejor comunicación entre los dos hemisferios del cerebro, es decir puedes analizar hechos y sentimientos más fácilmente.
Es el momento perfecto para: Pasar tiempo contigo, descansar y cuidarte. Hacer un análisis de tu vida durante el último mes y corregir el curso de lo que quieras mejorar.
El reto es: evitar estar en modo «hacer» todo el tiempo. Tu periodo consume muchos recursos y energía, por eso es importante que te permitas descansar adecuadamente.
Aprendiendo a fluir con mi ritmo interno.
Aceptar que mis cambios son algo natural y que hay sentido en ellos fue un gran descubrimiento para mí. Con el tiempo he aprendido que fluir con ellos y adaptar mi estilo de vida a las fases de mi ciclo (tanto como sea posible) tiene mil beneficios, como sentirme más presente, conocerme mejor, ser más productiva y ayudar a mi cuerpo a sanar.
Tu realidad es la única que cuenta.
Los cambios que describí más arriba son solo una referencia, pues en realidad cada una es cíclica a su manera. Lo mejor que puedes hacer es empezar a registrar tu ciclo diariamente, tomando nota de tus cambios físicos, mentales y emocionales, para que aprendas a leer a tu propio cuerpo y a conocer tu propio patrón.

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